viernes, 27 de enero de 2012

"El Conde Lucanor" del Infante don Juan Manuel

Introducción

El presente trabajo pretende un acercamiento general a la prosa medieval española, específicamente a la producción literaria del Siglo XIV y al mayor exponente de la literatura didáctico-moralizante, el Infante don Juan Manuel, con su obra El Conde Lucanor. Para ello, se tendrá en cuenta el contexto de producción del autor, los antecedentes de la prosa en lengua romance, los aportes de Alfonso X, así como otras manifestaciones didácticas contemporáneas a don Juan. Es decir, se dará protagonismo a la obra manuelina y desde allí se tendrán en cuenta los antecedentes, su contemporáneo Juan Ruiz, y las proyecciones que tuvo El Conde Lucanor en los siglos posteriores.
Para argumentar la intención didáctica del autor, se trabajará desde los prólogos que anteceden a El Conde Lucanor. Asimismo, se abordará la estructura de dicha obra en general y de los enxiemplos en particular.
El Libro de Buen Amor del Arcipreste de Hita, por su parte, difiere de El Conde Lucanor en el arte de narrar, pero coincide en la materia que trabaja cada uno según su propia tendencia. Para ejemplificar este aspecto se tomará el enxiemplo VI, Lo que pasó a la golondrina con los otros pájaros cuando sembró el hombre lino. La elección del mismo surge de la coincidencia de dicho enxiemplo con la Fábula de la avutarda y la golondrina, de El Libro de Buen Amor, para comparar el tratamiento que dan ambos autores a la misma fábula.

El autor en la tradición didáctica-moral:

Don Juan Manuel, nacido a fines del Siglo XIII (año 1282), fue testigo de la época donde las estructuras de la sociedad jerárquica-caballeresca se quebraron ante el avance de la burguesía ciudadana. Ya en los albores del Siglo XIV, los conflictos derivados de las acciones humanas (desorden, engaños, atropellos), más las pestes, las sequías, el hambre y las constantes guerras, produjeron grandes cambios, incluso la distensión en el modo de vida y las costumbres fueron evidentes. En relación a la literatura, estos cambios profundos estimularon el máximo crecimiento de una literatura correctiva o moralizante, para reformar las malas costumbres enseñando las buenas.
Las circunstancias obligaban al empleo de astucia y prudencia en las negociaciones. Para ello, el hombre astuto solicitaba consejos por prudencia, para evitar malas experiencias. Don Juan Manuel, proveniente de la nobleza, fue uno de los que padeció y vivió en carne propia tales circunstancias; el paso del tiempo lo dotó de experiencias y consejos, los cuales se propuso enseñar a la juventud noble para darles advertencia.
Don Juan Manuel fue instruido por preceptores y ayos, los cuales le enseñaron diversas disciplinas humanísticas y ejercicios caballerescos. Recibió instrucciones de latín, historia, teología, derecho, equitación y caza. Gómez Ferrandes y Alfonso García son los nombres más recordados de sus educadores, incluso se argumenta que la figura del consejero Patronio quizás rememora a estos hombres.
La mayor actividad literaria de don Juan se concentra entre los años 1325 y 1335. La producción de El Conde Lucanor se realizó entre los años 1330 y 1335, año en que la concluyó. Para resguardar sus escritos, mandó a construir un monasterio de la orden dominica, de la cual era simpatizante, ubicada en Peñafiel. Allí, depositó sus obras, corregidas por él mismo, ya que era muy celoso de ellas, para que los frailes de dicha orden las custodiasen.
Don Juan Manuel fue gran admirador de la actividad de su tío Alfonso X El Sabio, del cual imitó “su amor al saber, su voluntad de servicio en la enseñanza de los hombres y la vigilancia estilística” (Barcia, 10). Recordemos que el Rey Alfonso X enriqueció y consolidó la lengua romance en la Península, principalmente fomentó el uso de nexos y partículas que hasta entonces eran desconocidas (aunque, para que, siquiera, etc.). También, se le debe la ampliación  por medio de palabras derivadas y compuestas, así como la traducción de voces extranjeras al romance (judías, árabes, islámicas, latinas). Dicha tarea de Alfonso se desarrolló en la Escuela de Traductores de Toledo. Gracias a su trabajo se posibilitó la expresión literaria prosada. Antes de él, la prosa se ensayó en la literatura didáctico-moral abundante en Oriente que luego se afianzó en la literatura medieval española con la traducción de ejemplarios que entrelazaban dichos sentenciosos y cuadros de ficción general, con apólogos, fábulas y cuentos que ilustraban la enseñanza que perseguían. Las fuentes de esta compleja literatura didáctica-moral eran “índicas, árabes, persas, hebreas, griegas, latinas, con predominante influencia oriental” (Barcia, 13).
Todo ese trabajo precedente fue muy importante para la literatura posterior. Es decir, don Juan Manuel no instauró la literatura didáctico-moral, sino que se incorporó a una tradición que existía en lengua castellana hacía más de un siglo, y lo hizo con gran originalidad, con un planteo realista y práctico, aplicando la idea de enseñar por analogía, eligiendo los ejemplos más provechosos. En su didactismo se encuentra siempre el objetivo de defender la fe cristiana, pero también la defensa de un modelo de reino. Los ejemplos se dirigen a la formación de la nobleza y la configuración de ciertos rasgos propios de nobles, en el momento en que la burguesía hacía temblar el estatus y los privilegios adquiridos durante siglos por aquel estamento.

Intención didáctica:

En la obra El Conde Lucanor, los ejemplos de intención didáctica obran por analogía y, como dijimos, están orientados a la educación de los jóvenes nobles, para vivir de buena manera, con buenas costumbres, de manera sabia y amena, y procura además encauzar los engaños, corregir vicios y aconsejar virtudes. Las enseñanzas se centran en el orden moral y práctico, referidos a la vida cotidiana, pero en conjunto, la obra manuelina es considerada un manual de conducta, una summa de situaciones que sirven al lector como ayuda y guía, en una mezcla de preceptos y relatos.
En el primer prólogo general, escrito en tercera persona, se presenta la intención de don Juan, la cual es hacer que el hombre aprenda con los ejemplos de otros para andar por esta vida sin errar el camino, para lograr el fin último que es la salvación del alma. Para ello, debe solucionar primero todos los problemas inmediatos, materiales (la honra, la hacienda y el estado), para que éstos no sean obstáculos de aquel fin espiritual. Los instrumentos para lograr tal fin son los enxiemplos más provechosos, es decir, tipos de situaciones humanas aplicables por analogía. Aprender con los ejemplos es vivir en “carne ajena” los problemas curándose a uno mismo en forma preventiva. Asimismo,  escribió en lengua romance, ya que dicha lengua era hablada por la mayoría, para que puedan aprovecharse de los ejemplos tanto las personas letradas como los menos sabedores (legos y de no muy gran saber).
Luego, en el prólogo del Libro de los  enxiemplos, escrito en primera persona, agrega:
 “…escribí este libro con las palabras más hermosas que pude para poder dar ciertas enseñanzas muy provechosas a los que lo oyeren.” (El Conde Lucanor, 2006: 10)
La manera en que don Juan presenta sus enxiemplos es placentera, amena, dulce, para que todos puedan aprender de ellos. Para tal fin, el lenguaje que utiliza es claro, conciso, incluso con repeticiones innecesarias, pero son procedimientos que responden al objetivo moralista de su obra y es característico de su estilo. En el mismo prólogo, hace varias comparaciones (medicina, agricultura, servicio a Dios, fisionomías del rostro) para dar a entender que los hombres son distintos en voluntades e inclinaciones, que actúan de diferentes formas aún en las mismas situaciones. A pesar de esto, se basa en el criterio de semejanza, en aquello que los hombres tienen en común, estableciendo un puente entre los casos individuales y los preceptos generales. Para don Juan, lo común en los hombres es que todos prefieren y aprenden mejor las cosas que más les agradan. Por ello agrega:
“…el que quiere enseñar una cosa a otro débesela presentar de la manera que crea ha de ser más agradable para el que la aprende.” (Op. Cit., 9)
Sus enxiemplos serían a los lectores como la “medicina sabrosa”, con ellos el lector gozará al mismo tiempo que aprenderá las enseñanzas de su libro.
Como principal muestra de intención didáctica se puede mencionar al enxiemplo L, donde el Conde pretende saber cuál es la mejor cualidad que puede tener el hombre, para obrar bien y no equivocarse. Patronio se explaya en él más que en todos los enxiemplos anteriores, haciendo una suerte de compendio de todas las enseñanzas presentadas a lo largo del libro. La intención didáctica es allí preventiva, ya que pretende ejemplificar y dar a conocer esta historia para que quienes la conozcan puedan tenerla en cuenta, y de este modo eviten obrar mal. Podemos ver también cómo existe ya una preocupación por el hombre, y no sólo por Dios; se refiere a Dios y al mundo, sosteniendo que para obrar bien hay que atender a ambos en forma equilibrada.
Dicho enxiemplo deja ciertos principios básicos para los hombres en general y para los hijos de nobles en particular. En primer lugar, que el hombre debe conocerse a sí mismo, ya que el autoanálisis permite un mejor discernimiento de los demás hombres. Luego, condena la ociosidad, el hombre tiene que estar siempre ocupado, conseguir fama a través de actos heroicos, batallar. Por último, el hombre tiene que hacer frecuentemente examen de conciencia y someter sus pasiones a la razón.

Estructura de la obra y del enxiemplo:

El Conde Lucanor contaba en su totalidad con cinco partes bien diferenciadas, hoy en día sólo circula la primera de ellas, que es la que analizamos en este trabajo. La segunda parte y las siguientes se titulaban respectivamente: Razonamiento que faze don Johán por amor de don Jaime, señor de Xérica (cien sentencias); Excusación de Patronio al Conde Lucanor (cincuenta proverbios); Razonamiento de Patronio al Conde Lucanor (treinta proverbios) y Discurso Religioso-Doctrinal. La unidad de la obra se confirma porque en todas las partes aparece la pareja de protagonistas (El Conde Lucanor y Patronio).
La primera parte es llamada de diversas maneras: Libro de los enxiemplos del Conde Lucanor et Patronio, Libro de Patronio, Libro del Conde, Libro de los Enxiemplos. El autor parece haber preferido la primera denominación, aunque desde la primera edición, impresa en Sevilla en 1575, prevalece el título El Conde Lucanor, cuya designación es actualmente la más corriente. Consta de cincuenta y un enxiemplos, aunque el último se diferencia por el estilo más suelto y flexible que los anteriores, es por ello que Menéndez Pelayo niega que éste sea de la autoría de don Juan Manuel ya que, además, en el enxiemplo L, en palabras de Patronio dice: “prefiero poner fin al libro” (2006, 148). Otros códices tenían cuarenta y nueve ejemplos, otros cincuenta, cincuenta y dos y hasta cincuenta y tres, pero este último queda inconcluso. Asimismo, el orden de los enxiemplos no es uniforme y varía de una edición a otra.
Los enxiemplos forman parte del género narrativo, específicamente como medio de edificación (literatura didáctica), es decir, tiene un fin extra-literario que es el de enseñar algo a alguien con intención declarada, teniendo en cuenta que las demás literaturas pueden tener el mismo efecto pero sin proponérselo. En el caso de don Juan Manuel, la literatura es “intencionadamente ejemplar, busca un efecto y se vale de lo narrativo como instrumento” (Barcia, 24). Con cuidadoso labor, el autor construye su narración en forma orgánica, cuidada, con estilo único y sello personal, distinto de los ejemplarios precedentes. Según Barcia, cuando Juan Manuel componía los enxiemplos pensaba en el fin de enseñar, pero al mismo tiempo tenía conciencia de que era un narrador y, como tal, compuso relatos que pudieran ser deleitosos, ficcionales, obra de pasatiempo que cobra vida independiente y libre de carga moralizante.
La obra tiene una estructura heredada de las colecciones orientales de cuentos y apólogos. Es decir, una ficción general en la que se enlazan relatos breves, en los que un personaje cuenta a otro una ficción que supone es para aleccionamiento o deleite. En este caso, Patronio alecciona al joven Conde por medio de enxiemplos. La ficción general de la obra estriba en los diálogos entre Patronio y el Conde Lucanor. Éste, al presentársele una situación de dudosa resolución, recurre a su preceptor y consejero experimentado, Patronio, para que ilumine la resolución de su señor por medio de relatos. Según Barcia (27), la estructura del enxiemplo puede reducirse a la siguiente:
  1. Diálogo inicial: Lucanor expone a Patronio un problema concreto pidiéndole consejo. El problema presentado por el Conde le recuerda a Patronio una situación familiar. El Conde pide que le cuente cómo fue aquello.
  2. Estoria: o nódulo narrativo que contiene el relato. Está narrada en tercera persona y en estilo directo e indirecto. Es clara, lineal y breve (rápido desenlace), se relata lo que interesa para el aleccionamiento por semejanza, posee una totalidad unitiva (incluso separada del enxiemplo).
  3. “Patronio aplica por semejanza la enseñanza de la estoria al caso particular del Conde, acompañando algunas reflexiones acerca del vicio o virtud de que se trata”.
  4. Entra el autor de la obra hallando buena la moralidad y “compone un par de viessos que encierran la sentencia del enxiemplo. Este pareado es un recurso didáctico del autor que actúa como agente mnemotécnico, condensando en ellos la enseñanza del relato.
Es importante destacar que la materia narrativa de don Juan es siempre lineal, no hay retrocesos ni anticipos, y pocas veces aparecen reflexiones marginales sobre un suceso. Insiste en hablar “llana et declaradamente”, diciendo lo esencial, sin realces, con sobriedad, claridad y precisión. Pedro Luis Barcia aporta lo siguiente:
“…dos son las notas distintivas de su voluntad estilística… La claridad es la norma suprema de su estilo; está vista la insistencia en hablar en todos sus escritos. La concisión dice haberla aprendido en su mismo tío que puso todo .”
La escritura se presenta de esa manera porque tiene directa relación con sus pretensiones doctrinales, aunque en sus otras obras, el estilo varía.

Análisis del Enxiemplo VI: “Lo que pasó a la golondrina con los otros pájaros cuando sembró el hombre lino”

La estructura de este enxiemplo, tal como se desarrolló anteriormente, comienza con una situación planteada por el Conde: cree que unos vecinos se están juntando contra él y pide a Patronio que le diga si debe tomar alguna precaución. El consejero responde que le agradaría que el Conde supiera lo que le sucedió a la golondrina con los otros pájaros. El Conde pregunta que sucedió y Patronio comienza a contar la estoria. En resumen, se trata de una golondrina que quiso prevenir a otros pájaros para que arranquen el lino antes de que crezca y los hombres hagan con él redes y lazos para cazarlos. Cuando la golondrina vio que los pájaros no le hacían caso se puso bajo la protección de los hombres y ganó seguridad para ella y su especie. Sin embargo, los otros pájaros, que no siguieron el consejo de la golondrina, son cazados por los hombres todos los días con las redes y lazos. Seguidamente, Patronio aplica por semejanza esta estoria al caso particular del Conde aconsejándole que tome precauciones según su intuición e impida a tiempo cualquier daño. Luego, el narrador cierra el enxiemplo con los versos que don Juan compuso al ver que este cuento era bueno: “Para que los males no puedan llegar, su raíz al comienzo debemos cortar”. La moraleja o enseñanza que pretende dejar este enxiemplo es que el hombre debe prevenirse y tomar precauciones de los males que vea venir e impedirlos a tiempo para no arrepentirse tardíamente una vez que sucedan las cosas, porque entonces de nada sirve lamentarse.
Como dijimos al principio, esta fábula también aparece en El Libro de Buen Amor (verso 746 y siguientes), pero en vez de mencionar “linos” aparecen cañamones, y los “otros” pájaros se mencionan como avutarda, tórtolas y gorriones. El tratamiento de la fábula aparece como consejo de Trotaconventos a doña Endrina para que se case ahora que es viuda, para que otro hombre la proteja. Según Barcia, esta fábula de la golondrina y los pájaros tiene origen en la colección latina de fábulas esópicas, al igual que las desarrolladas en los enxiemplos II, IV, V, IX y XXIII.
Además de esta fábula, El Arcipreste y don Juan coinciden en otras dos: Lo que sucedió a una zorra con un cuervo que tenía un pedazo de queso en el pico y  Lo que sucedió a una zorra que se tendió en la calle y se hizo la muerta. En todos los casos, se verifica un tratamiento distinto que cada uno da al mismo tema según su estilo artístico y el fin que persiguen. Don Juan, no deja nada a cargo del lector, explica todo puntualmente, con un lenguaje sobrio, claro y lo más breve posible, no hay retrocesos ni anticipos, el relato es lineal. El Arcipreste, por su parte, amén de que escribe en verso, maneja principalmente un tono satírico a lo largo de toda su obra. En el caso de esta fábula, utilizando el estilo directo, recrea los dichos de los pájaros: “La avutarda dijo: ‘loca, sandia, boba, / Siempre estás chillando por la mañana; / No quiero tu consejo, vete ya villana…” (Libro de Buen Amor, 2005: 100-101).
Ambos coinciden en la intención didáctica, pero la presentan de diversas formas, como cada uno prefiere hacerlo. Don Juan es sobrio, didáctico, explicativo. El Arcipreste compuso su libro con moralejas para “dar ejemplo de buenas costumbres y consejos de salvación, y para que todos estén prevenidos” (2005: 17), causando deleite a los que “oigan” ya que, en contraste con don Juan, su obra es popular y abierta a la transmisión oral a través de los trovadores, a los que autoriza a agregar o corregir lo que quisieran, sin celar de su obra. Otra coincidencia se presenta en la intrusión de los autores en el plano ficticio, ya que ambos aparecen en sus obras: Don Juan entra a escena al final de cada enxiemplo para dar su visto bueno, Juan Ruiz se mezcla entre los personajes deponiendo su papel magistral. Por último, coinciden en el motivo principal de sus enseñanzas, a través de fábulas o enxiemplos, que es prevenir al hombre y corregir las malas costumbres del mundo para lograr la salvación del alma.

Temas y  Proyecciones de la obra:

Según Barcia (33), los temas que plantea el Conde Lucanor a Patronio tienen que ver en su mayoría con la conducta, con la búsqueda del perfeccionamiento para alcanzar el ideal cristiano del hombre. Así, podemos mencionar el siguiente, y variado, ejemplario de conductas: desinterés (I), predestinación (III), atender la opinión ajena (II y XLVI), contentarse con lo que se tiene (IV y X), peligros de la adulación (V), previsión de los peligros (VI), ilusiones desmedidas (VII), derroche (VIII), ingratitud (IX), miedo injustificado (XII), efectos de la avaricia (XIV, XX y XXXII), sufrir de las adversidades (XXV y XXIX), honor (XVI, XXXVII y L), previsión y ahorro (XXIII), educación (XIV), hombría del bien preferible a las riquezas (XXV), terquedad (XVII, XXXV), docilidad de la mujer en la vida conyugal feliz (XVIII y XXXV), diligencia en el obrar (XXXI), ira (XXXVI), codicia (XXXVIII), hipocresía (XL), aspiración a grandezas que ennoblecen (XLI), lengua difamadora de una mala mujer (XLII), seguridad del premio al buen servidor (XLIV), envidia (XLVII), soberbia (51), agüeros y supersticiones (XLV), amistad perfecta (XLVIII), el bien que vence al mal y la verdad a la mentira (XXVI y XLIII).
Algunos enxiemplos de la obra de don Juan Manuel fueron reelaborados por otros autores en siglos posteriores. Es el caso Cervantes, quien en El retablo de las maravillas reelabora el enxiemplo XXXII, también hay versiones de Quiñones de Benavente y de Andersen. También se proyectó al teatro de Shakespeare, en La Fierecilla domada, el asunto del enxiemplo XXXV. El Conde Lucanor fue inspiración de otros autores del Siglo de Oro como Calderón de la Barca, Tirso de Molina, Lope de Vega. Además, Lafontaine, Gil Vicente y Samaniego reprodujeron en obras propias temas que aparecen en la obra del don Juan Manuel. En Argentina, Jorge Luis Borges resumió un enxiemplo de Juan Manuel en su cuento El brujo postergado.
Los enxiemplos fueron reescritos y migrados por otros autores, sin embargo, ninguna proyección supera la estructura narrativa del texto original, la cual poseía una unidad y una estructura única, lenta, clara, que generaba el clima del relato y aseguraba el efecto final. Lo esencial que permanece en las reestructuraciones de los enxiemplos es el sentido didáctico-moralizante final, logrado a través del aumento progresivo de sucesos, situaciones similares repetidas y de la presentación total de un ejemplo que sirva para lograr los fines deseados.

Conclusión

El Conde Lucanor es considerada una de las obras mejor logradas del Siglo XIV español, junto con la de su contemporáneo Juan Ruiz, El Libro de Buen Amor.
Don Juan y el Arcipreste utilizaron su propio estilo, ambos se encomendaron a Dios para que los guíe mientras escribían, utilizando a veces las mismas fuentes de fábulas, las supieron adaptar a sus propósitos con gran destreza.
El estilo de don Juan es sumamente lineal, conciso, didáctico, claro, placentero. La utilización de un lenguaje sobrio, sin aditamentos, ni explicaciones acumulativas, hacen de su prosa una lectura amena y práctica, no deja nada oscuro sino que en su arte busca clarificar el discurso, buscando recursos para enseñar la moraleja de la historia. Esto último se observa en la condensación de los viessos de cierre, los que actúan como agente mnemotécnico.
Como vimos, la obra de Don Juan Manuel trascendió a través de siglos inspirando a otros autores europeos renombrados que reelaboraron sus enxiemplos.
Hemos visto la gran variedad de asuntos que trata en el libro, pero la importancia de su literatura didáctica no radica en la variedad u originalidad de los temas, sino en el tratamiento que da a los mismos en el proceso de composición, original con respecto a los ejemplarios precedentes.
Por último, vale reflexionar sobre las enseñanzas que deja el libro de acuerdo a su propósito inicial que era enseñar a través de los ejemplos más provechosos. Dijimos que el hombre debe conocerse a sí mismo, para discernir con mayor entendimiento las obras de los demás hombres; hacer exámenes de conciencia y someter las pasiones a la razón. En resumen, la obra manuelina conforma un manual de conducta, una summa de preceptos y relatos. Llena de ejemplos escritos con intención didáctica, que obran por analogía, orientados a la educación de los jóvenes nobles, para que vivan de buena manera, pero cuyas enseñanzas se expanden a todos los hombres que deseen aprender las buenas costumbres, dejar las malas, equilibrando las buenas obras tanto al servicio de Dios como al de los hombres. Está abierto a todo aquel que procure corregir vicios y aprender virtudes con el fin último de conseguir la salvación del alma, perspectiva que debemos pensar en relación al tiempo de escritura de la obra, ya que el compendio de enseñanzas está hecha, en principio, para la nobleza española del Siglo XIV.


Bibliografía:
-        ARCIPRESTE DE HITA: Libro de Buen Amor. 1ra Ed. Buenos Aires. Gradifco. 2005.
-        BARCIA, P. L.: “El autor y la obra”: “El Conde Lucanor y la literatura didáctica moral”; “Temas”; “Lengua y estilo”; “Fuentes y Proyecciones” en Análisis del conde Lucanor. Enciclopedia Literaria Nº 27.
-        MALKIEL, M. R.: “La individualidad de Don Juan Manuel” en RICO, F. Historia y crítica de la literatura española. Tomo I. Editorial Crítica. Pág. 194 a 197.
-        MACPHERSON, Ian: “Los cuentos de un gran señor: la doctrina de El Conde Lucanor” en RICO, F. Historia y crítica de la literatura española. Tomo I. Editorial Crítica. Pág. 197 a 201.
-        INFANTE DON JUAN MANUEL: El Conde Lucanor. 1ra Ed. Buenos Aires. Gradifco. 2006.

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1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente blog. Me gusto mucho como está explicado. Me fue de utilidad para entenderlo,para mis tareas.
Mil gracias.