sábado, 14 de agosto de 2010

Modernismo: Rubén Darío

- Selección de dos poemas de Rubén Darío, uno de Prosas Profanas y uno de Cantos de vida y Esperanza, analizados teniendo en cuenta diferencias y similitudes de una obra a otra, y relacionados con sus respectivos prólogos.

Desarrollo

Los poemas de Rubén Darío seleccionados para el presente trabajo son “Blasón”, de la obra Prosas Profanas, y “A Roosevelt” del libro Cantos de vida y esperanza. Analizaremos en primer lugar el poema titulado “Blasón” y luego “A Roosevelt” manteniendo así el orden cronológico de la producción de dicho autor.

BLASÓN

En cuanto a la estructura del poema podemos observar que el mismo consta de nueve cuartetos (o estrofas), cada uno de ellos está compuesto por versos decasílabos, cuyas rimas son consonantes y alternas, esto es, mantienen la forma a, b, a, b. Los acentos recaen en las terceras, sextas y novenas sílabas a lo largo de todo el poema.
En la primera estrofa, o cuarteto, Darío introduce la figura del cisne desde el primer verso, ave que es protagonista de todo este poema, como así también una figura simbólica y representativa en la poesía dariana. En el primer verso de Blasón, aparece el adjetivo “olímpico”, el cual ofrece una elevación del cisne al grado de divinidad, lo coloca morando junto a los dioses, y la posición en el verso acompaña este juego, ya que está en primer lugar, por encima de todo. Se puede decir que la idea general de esta primera estrofa es la imagen del cisne limpiándose el ala con el pico, pero el autor embellece esa imagen exaltando al ave con adjetivos como “olímpico” y “eucarística” refiriéndose a una parte de él (el ala). Además de ser palabras esdrújulas, acentuación utilizada con frecuencia por Rubén Darío, estos adjetivos hacen referencia a elementos de creencias diferentes como lo son la griega (olímpico) y la cristiana (eucarística), dando cuenta de las tradiciones que maneja el artista. Vale detallar aquí las demás palabras esdrújulas que aparecen a lo largo de todo el poema para dar por entendido este aspecto que caracteriza al autor, cinco de las cuales otorgan cualidades al cisne (marcadas con asterisco), ellas son:
-ágata (1º estrofa, 2º verso)
-ánfora (2º estrofa, 2º verso)
-cándido* (2º estrofa, 3º verso)
-príncipe (4º estrofa, 4º verso)
-lírico* (6º estrofa, 2º verso)
-mágico* (6º estrofa, 3º verso)
-pájaro* (6º estrofa, 3º verso)
-aristócrata* (7º estrofa, 1º verso)
-góndola (8º estrofa, 3º verso)
Para terminar, en la primera estrofa llama la atención la terminación del segundo y cuarto verso (pico / abanico respectivamente), ya que son los mismos que utiliza en la estrofa doce del poema “Era un aire suave…” de la misma obra, representando la misma imagen con otra intención y matiz.



En la segunda estrofa aparecen tres comparaciones (1ro, 2do y 4to verso) que hacen referencia a la forma del cuello del cisne. Nuevamente, hay reminiscencia de elementos griegos como la lira y el ánfora griega. Entre el tercer y cuarto verso hay encabalgamiento, al final de cada uno de ellos encontramos dos verbos, inspira y navega respectivamente, conjugados en tercera persona del singular. El final del tercer verso (que inspira) otorga una pausa en el movimiento, que se retoma en el cuarto verso con la misma construcción paralela sintácticamente: que navega. Entonces, este movimiento, suave y delicado, del cuello del cisne, que va adelante (como prora), es la inspiración del poeta. También podemos agregar que mientras en la primera estrofa versaba sobre el pico del cisne, parte de la cabeza del mismo, en la segunda describe una parte cercana pero inferior como lo es el cuello. Así, Darío utiliza un orden descendente, que va desde lo alto hacia lo bajo, en cuanto a la conformación de un retrato del cisne.



En la tercera estrofa encontramos encabalgamientos entre todos los versos. Aquí, Darío menciona explícitamente el carácter sagrado del cisne, idea que continúa desde la primera estrofa. Los finales de verso poseen construcciones sintácticas paralelas: 1º verso “estirpe sagrada” y 3º verso “cima rosada” (sustantivo + adjetivo); 2º verso “campos de seda” y 4º verso “colinas de Leda” (sustantivo + construcción preposicional). Por otra parte, aparece Leda, una figura de la mitología griega que tiene relación con el cisne y con el erotismo, ya que el mito de Leda y el cisne recuerdan la metamorfosis del dios Zeus para vincularse sexualmente con ella. Lo que Darío implica en esta estrofa es precisamente que el beso del cisne, olímpico y sagrado, ascendió hasta la cima de las colinas de Leda, cuya metáfora puede traducirse como la elevación al éxtasis en el acto sexual.



En relación al erotismo, Darío anticipó en las Palabras Liminares:
“Tocad, campanas de oro, campanas de plata, tocad todos los días llamándome a la fiesta en que brillan los ojos de fuego, y las rosas de las bocas sangran delicias únicas. Mi órgano es un viejo clavicordio pompadour, al son del cual danzaron sus gavotas alegres abuelos; y el perfume de tu pecho es mi perfume, eterno incensario de carne, Varona inmortal, flor de mi costilla.
Hombre soy.”
En este sentido, Darío alude a la fiesta, a la danza y a la mujer tentadora que hace caer al hombre, liberando el erotismo como fructífero para la creación poética, y desinteresado por ser un buen cristiano. Esa relación erótica entre varón y “varona” es representada en la tercera estrofa de este poema por el mito de Leda y el cisne.



En la cuarta estrofa aparece una mención a personajes y artistas que estuvieron relacionados con la figura del cisne. Así, encontramos a Leonardo Da Vinci como representante del Renacimiento florentino y hombre conocedor del arte y la ciencia de su tiempo, quien realizó una obra plástica interpretando el mito de Leda y el cisne: Vinci fue su barón en Italia. Asimismo, Lohengrín es un personaje de la ópera homónima del alemán Ricardo Wagner: Lohengrín es su príncipe rubio. En este sentido, Darío eleva una vez más al cisne en el comienzo del primer verso de esta estrofa como el “rey” de la inspiración de muchos artistas (Blanco rey de la fuente Castalia), de los cuales, evidentemente, los más representativos para el autor son los que menciona en el tercer y cuarto verso.



En la quinta estrofa, continuando con la gradación de lo alto hacia lo bajo del cuerpo del cisne, Darío describe la coloración de las plumas a través de comparaciones que redundan con el comienzo del primer verso (su blancura) y que resultan hiperbólicas (referencias de blancura: lino, blancos rosales, albo toisón diamantino, tiernos corderos).



En la sexta y séptima estrofa continúa la idea de las dos estrofas anteriores, por un lado la descripción de las plumas que dicen ser de “armiño”, por la suavidad, pureza y blancura, y por otra parte la idea del cisne como ideal inspiración del rimador de versos. Esta es la estrofa que más palabras esdrújulas posee, por lo que también tiene mucha sonoridad, mucho ritmo, y el énfasis puesto en estas palabras (lírico, mágico, pájaro) brindan una simbología ideal del cisne. Al remitirnos a las Palabras Liminares nuevamente, notamos como el autor alude a su gusto por la ostentación, al exotismo y al aislamiento cotidiano dentro de su torre de marfil:
“…más he aquí que veréis en mis versos princesas, reyes, cosas imperiales, visiones de países lejanos o imposibles: ¡qué queréis!, yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer…”
El cisne ilumina al autor, es el alma que produce una melodía ideal, es inspiración y su escape de la realidad.



En la séptima estrofa, aparece otra figura relevante para el autor, la marquesa de Pompadour, que se menciona en el cuarto verso como la amable y gentil. El cisne es aquí un aristócrata que ha estrechado sus manos con las de la marquesa. Tal vez hace referencia a la tarea llevada a cabo por la gentil Pompadour sobre la protección de las letras y las artes de su tiempo. Cabe mencionar que aparece nuevamente una repetición de términos en la rima, es decir, el final del segundo y cuatro verso de esta estrofa (campo de azur / Pompadour, respectivamente) son iguales a los finales del segundo y cuarto verso de la estrofa dieciséis del poema “Era una aire suave…” (campos de azur / Pompadour).



En la estrofa ocho, aparece nuevamente el movimiento en el primer verso (boga y boga en el lago sonoro), haciendo referencia al desplazamiento del cisne que impulsado por sus patas navega por el lago, como lo hacen las góndolas por los lagos de Venecia. Si recordamos la última cita de las Palabras Liminares, podemos observar una reminiscencia a este país lejano como forma de evasión de su tiempo. Además encontramos aliteración de las vocales “o” que refuerzan el ritmo y producen un efecto musical en la estrofa.



Hasta aquí, Darío ha utilizado en forma predominante la conjugación en presente del verbo “ser” (es) acompañando a la tercera persona del singular (el) para definir la figura del cisne, desde la cabeza (pico, cuello) hasta sus extremidades (alas, patas). En la última estrofa, cambia del singular al plural, ya no es “el cisne” sino “los cisnes”. Además, hay un apelación a la condesa de Peralta, a quien Darío dedica este poema (Dad, condesa, a los cisnes cariño). Se observa así una generalización de la divinidad, pureza, blancura, suavidad e idealización del cisne. Es decir, que en esta última estrofa, el autor concentra, resume, todas las cualidades del ave que describió a lo largo de las estrofas anteriores: son dioses de un país mágico, irreal, de sueño, lugar a donde se transporta el poeta en busca de la armonía. En síntesis, este poema es un culto a la belleza del cisne, en él se ve claramente la búsqueda de la originalidad a través de la forma y el ritmo (sin imitar a nadie ), la presencia del exotismo, la exaltación de la figura del cisne, y al mismo tiempo algunas reminiscencias del arte al que aprecia.



Para terminar, en relación al título podemos argumentar que se trata de un término significativo, que alude tanto al arte de describir los escudos como a la ostentación de algo. En este caso, el cisne se puede interpretar como un escudo que utiliza el poeta para protegerse de la falta de elevación mental de la mayoría, de la vida y el tiempo en que le tocó nacer. Asimismo, puede referir a la ostentación de su capacidad para explicar y describir la belleza del cisne. Lo importante con respecto a la búsqueda constante de la evasión, el resguardo y el aislamiento de Rubén Darío en esta primera etapa de su producción es que si bien su expresión de denuncia llega manifiestamente en su segunda etapa, la evasión que se observa en Prosas Profanas es una forma de denunciar que hay algo para evadir. Darío no se hubiera resguardado en su torre de marfil de no ser por escapar de una realidad que merecía ser evadida, lo cual se revierte en su segundo momento de escritura, que veremos a continuación.



A ROOSEVELT



Este poema, perteneciente a la obra Cantos de Vida y Esperanza, posee una estructura diferente a la del poema analizado anteriormente. En este caso aparece una variedad de estrofas con diferentes números de versos. La primera y segunda estrofa poseen cuatro versos cada una, la tercera estrofa posee seis versos, la quinta estrofa diez versos, la sexta estrofa está cargada con veintiún versos y cierra el poema con un verso libre. Predomina el verso alejandrino español, y aparecen, en menor cantidad, versos de seis, ocho, nueve y diez sílabas. De esta manera podemos observar la reconciliación con la herencia española, marginada en su primera etapa de composición, retomando una métrica tradicional con un tema nuevo. Con respecto a la rima, los versos son blancos (libres) en su mayoría.



En una vista panorámica del poema, en cuanto a su disposición sobre el papel, las letras parecieran conformar la fisonomía del continente americano. En este sentido, podemos dividir el poema en dos grandes grupos divididos en el centro por una negación, un monosílabo que a su vez constituye un verso libre y que sugiere una vuelta de página en el discurso del poeta: no. En la parte superior de esta división vemos la utilización de la sinécdoque, ya que personifica en la figura de Roosevelt a Estados Unidos en general. Y, en la parte inferior describe lugares y personajes de América Latina, por ejemplo, los Andes (que atraviesa varios países), México (en la figura del rey Netzahualcoyotl), Argentina (el argentino sol) y Chile (la estrella chilena).
En cuanto a figuras retóricas, podemos mencionar también la presencia de un juego de antítesis en el tercer verso de la primera estrofa entre primitivo / moderno, y sencillo / complicado, refiriéndose a Roosevelt.
Asimismo, se observa la presencia de asíndeton en el verso ocho de la sexta estrofa: vive de luz, de fuego, de perfume, de amor. Y, también, de polisíndeton, en el verso dieciséis de la misma estrofa: Y sueña. Y ama, y vibra, y es la hija del Sol.
En el prólogo del libro Cantos de Vida y Esperanza, Rubén Darío advierte al lector sobre el contenido político de su obra:
“Si en estos cantos hay política, es porque aparece universal. Y si encontráis versos a un presidente, es porque son un clamor continental. Mañana podremos ser yanquis (y es lo más probable); de todas maneras mi protesta queda escrita sobre las alas de los inmaculados cisnes, tan ilustres como Júpiter”



En este sentido, se observa claramente un cambio en la perspectiva del autor, no se aboca ya al aislamiento en su torre de marfil como sucedía en su etapa anterior, como vimos en Prosas Profanas, sino que vuelve su mirada al mundo americano y lo expresa en su poesía. Asume un paradigma distinto, reflexivo, introspectivo y crítico, alzando su voz, siendo sincero. Así lo decía en algunas estrofas del primer poema de Cantos de vida y Esperanza:



La torre de marfil tentó mi anhelo;
quise encerrarme dentro de mí mismo,
y tuve hambre de espacio y sed de cielo
desde las sombras de mi propio abismo.
……………………………………………
Mas, por gracia de Dios, en mi conciencia
el Bien supo elegir la mejor parte;
y si hubo áspera hiel en mi existencia,
melificó toda acritud el Arte.



La salida del encierro de su primer momento y la expresión de su conciencia social quedan plasmadas en el poema que estamos analizando. El autor acusa a Roosevelt, lo llama Cazador, representa en él un futuro para América distinto del deseado, y lo hace en función de profeta. Es preciso tener en cuenta la época histórica en la que se escribió este poema, donde no existía la interacción entre Latinoamérica y Estados Unidos tal cual la concebimos hoy. Por eso, critica la prepotencia de ese país del norte sobre los países subdesarrollados del resto del continente con respecto a las guerras y las invasiones. Así versa la cuarta estrofa junto a un verso libre: Crees que la vida es incendio, / que el progreso es erupción; / que en donde pones la bala / el porvenir pones. / No.
Los países americanos estaban recién formados como nación, creciendo paulatinamente desde la separación con España, y Darío reconoce esta condición latinoamericana frente a Estados Unidos: (Apenas brilla, alzándose, el argentino sol / y la estrella chilena se levanta…) Sois ricos.



En la tercera estrofa podemos ver que el vocativo tu raza separa a los norteamericanos de la sangre indígena (segunda estrofa, tercer verso). El autor avisa de esta manera a Roosevelt que América posee una tradición histórica llena de valores, que se puede vislumbrar en los adjetivos que acompañan al término “América” a lo largo del poema. Por ejemplo:
-ingenua (2º estrofa, 3º verso)
-nuestra (6º estrofa, 1º verso)
-del grande Moctezuma (6º estrofa, 9º verso)
-fragante de Cristóbal Colón (6º estrofa, 10º verso)
-católica (6º estrofa, 11º verso)
-española (6º estrofa, 11º verso)
Entre las fuentes que expone el autor en el poema, encontramos personajes históricos (Alejandro, Cristóbal Colón, Platón, Guatemoc, Moctezuma y Netzahualcoyotl), personajes bíblicos como Jesucristo, Mammón y Nabucodonosor (Rey de Babilonia), referentes artísticos de diferentes países como Walt Whitman (norteamericano), Víctor Hugo (francés), Grant (inglés) y Tolstoy (ruso). De la misma manera, hay reminiscencia a la mitología griega, se menciona a Baco, a Hércules y a Pan (alfabeto pánico).



Darío espera con optimismo que Latinoamérica se levante, que compita contra Estados Unidos, tiene fe de que Roosevelt (es decir, Estados Unidos) necesita más de lo que tiene para apoderarse de los pueblos americanos, así lo versa al final de la sexta estrofa: Se necesitaría, Roosevelt, ser, por Dios mismo, / el Riflero terrible y el fuerte Cazador, / para poder tenernos en vuestras férreas garras. Según el autor, Estados Unidos junta la fuerza y la riqueza (Juntáis al culto de Hércules el culto de Mammón, 5º estrofa, 8º verso), cuenta con todo, menos con Dios, de lo cual se puede inferir que, para Darío, Dios socorre a Latinoamérica. Pero, además hay mil cachorros sueltos del León Español (6º estrofa, 18º verso) en América, por lo que la fe está puesta no sólo en Dios sino en los jóvenes americanos que tienen un alma bárbara, que sueñan, vibran y viven para ser grandes leones y rugir más fuerte que Estados Unidos, por eso el autor advierte a Roosevelt: Tened cuidado (6º estrofa, 17º verso), porque América Latina se está levantando.

En conclusión, ambos poemas marcan etapas diferentes de Rubén Darío. En el primero se pudo observar una marcada preferencia por exaltar a la figura del cisne, por embellecer el discurso utilizando un lenguaje sofisticado, un poeta en constante búsqueda de originalidad y evasión, resguardado bajo el escudo del cisne, aislado en su torre de marfil, pensando en países lejanos, fantasiosos, irreales, con despecho por la vida y el tiempo en que le había tocado nacer. También con manifestaciones eróticas, juntando lo humano con lo divino (mito de Leda y el cisne), alejado de referencias americanas y centrado en el exotismo y en el culto a lo absoluto de la belleza, idealizada en el cisne, inmaculado e ilustre, que es su inspiración.
En cuanto a las referencias a personajes históricos, fuentes e influencias de Rubén Darío, podemos decir que se mantiene de un momento a otro. No así la estructura, la métrica y las rimas varían en virtud de la expresión e intención del autor, en Blasón vimos versos con rimas alternas, estructura que se mantuvo durante las nueve estrofas que lo conforman, y en A Roosevelt encontramos el verso libre moderno, con rimas asonantes, ocasionales, y versos alejandrinos, ya que Darío ha buscado expresarse de forma noble para ser comprendido, según agrega en el prólogo de Cantos de Vida y Esperanza.
Las temáticas entre ambos son totalmente distintas, ya vimos que el primer momento se caracterizaba por el preciosismo, y el segundo, por su parte, se vio marcado por el carácter social, crítico y mundonovista del autor. Es por ello que, en el segundo poema analizado, Darío acusa a un presidente de imperialista, expresando un sentimiento americano y clamando por la unión Latinoamericana para no caer ante el imperio yanqui.

BIBLIOGRAFÍA



- Rubén Darío: Prosas Profanas y otros poemas. Edición digital.
- ……………...(2007): Cantos de vida y esperanza, El cisne y Otros poemas. Bs. As., Losada.


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