martes, 23 de febrero de 2010

El tereré

Terminaba de lavar los platos. Me disponía a preparar un tereré (mate frío) de limón, luego de varios días de no tomarlo porque vengo con una tos horrible desde el sábado, y le eché la culpa al calor que me obligaba a tomar todo el tiempo cosas frías para apaciguarlo. Resulta que apoyé en la punta de la mesa el termolar con la limonada, y a su lado el vaso de acero inolvidable (inoxidable) cargado de yerba y con la bombilla aún sin poner. El vaso con yerba estaba seco, todavía no había empezado el tereré, es decir, todavía no lo sacudí por un costado ni le cargué la limonada. Entonces, como tenía un trapo de cocina en la mano, lo iba a poner en la mesada de la cocina, para luego empezar “el tere” y sentarme a disfrutar un rato. Pues resulta que al pasar el trapo por encima del vaso con yerba, éste se movió como para caerse y en seguida volvió a hacer equilibrio. En ese momento dije: “menos mal que no se me cayó sino hubiese sido un desparramo de polvo y palitos y hubiese tenido que limpiar todo el mantel y lo que caiga en el piso”. Bueno, me moví hacia el sillón, preparé una mesita nueva que tengo y que uso por ahora para el planchado y apoyé el vaso del tereré y el termolar sobre la mesita. Había dejado la plancha, así que la tomé del mango y la estiré, y fue entonces cuando pasó lo que no quería que pase. Lo que había amagado pasar antes pasó en la mesita. El cable de la plancha pasó por arriba del vaso del tereré, sólo que ahora estaba ya empezado… snif… snif… Se cayó el vaso con yerba, limonada y bombilla, todo al piso, y dije entonces: “cuando algo tiene que pasar, tarde o temprano pasa”. Seguí enrollando el cable de la plancha, total el piso ya se había ensuciado, siendo que justo ayer a la noche lo limpié. Cuando guardé la plancha en su caja, porque es bastante nueva la plancha y la cuido como a todo lo nuevo, fui a buscar una cuchara y de nuevo el trapo de la cocina. Lo lamento por los exquisitos de las bacterias, pero el piso estaba limpio todavía, así que junté la yerba seca del piso con la cuchara y la volví a cargar al vaso de tereré, y lo que se mojó lo junté con el trapo y luego lo fui a enjuagar. Es que no está para andar derrochando nada en estos tiempos, menos la yerba mate que tanto consumimos por este lado del mundo. Al cabo que voy a tomar el tereré yo sola, así que si no me mata, me engorda.


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1 comentario:

Cachito dijo...

Paula Andrea, sabés perfectamente cuánto te quiero.
Por eso me veo ante el imperativo de pedirte que recapacites.

Vos sos una de las privilegiadas que ha conseguido cumplir el sueño del blog propio, algo que está fuera de las posibilidades de mucha gente, por ejemplo yo.

Bueno, el tema es que no podés escribir una pila enorme de renglones para contar la anécdota trivial del tereré caído.
No le interesa a nadie. Bah, a mí me interesa pero solamente por lo que te decía antes: porque te quiero como mínimo hasta el cielo.
Pero así como ahora te hablo mirandote a los ojos, lleno de cariño, con voz firme pero serena y te pido, te ruego, te imploro que recapacites, otro día puedo venir como Chávez y leyendo alguna inconsistencia ponerme como loco y ordenar: "¡¡Exprópiese!!"

Recapacitá, Paula, porfi...en serio.