jueves, 15 de octubre de 2009

“Estética de las autobiografías patricias. Miguel Cané: Juvenilia” (Monografía)

Introducción

El presente trabajo pretende realizar un abordaje crítico sobre la obra de Miguel Cané, Juvenilia, como representativa de la prosa autobiográfica de la generación del 80, teniendo en cuenta el contexto histórico y la nueva generación de escritores que surgió con el proceso de estatización de la educación, del nacimiento y matrimonio, es decir, pensando en Miguel Cané como contemporáneo del establecimiento definitivo del Estado. Asimismo, caracterizar la generación del 80 atendiendo al proyecto intelectual, las estrategias discursivas e ideologías de los patricios. También, analizar intratextualmente el discurso autobiográfico, centralizar al “yo” autobiográfico, valorar el estilo, el testimonio de los recuerdos y la invención del autor, reconociendo las características del realismo en la autobiografía como una fuente de información valiosa que aporta situaciones sociales e históricas de nuestro pasado.

La generación del 80

Es preciso establecer un panorama general de la Argentina en el final del Siglo XIX para vislumbrar los motivos que llevaron a los escritores de la generación del 80 a escribir cuentos de educación y matrimonio contados como autobiografías.
En 1880, se discutieron las leyes de educación laica y de matrimonio civil, y es alrededor de estas leyes que los escritores presentaron una red de memorias autobiográficas. Junto a Miguel Cané, encontramos a Eduardo Wilde, Lucio Mansilla y Lucio Vicente López, integrantes del grupo de prosistas del ochenta. Esta coalición fue la primera generación de escritores universitarios que fueron también funcionarios del Estado. Se apropiaron de toda la literatura occidental, principalmente europea, así como parte de la literatura de América.
Estos escritores “menores”, según aporta Josefina Ludmer , fueron diplomáticos, ministros, senadores, que escribieron discursos políticos, memorias, cuentos, fragmentos, notas de viajes y crónicas culturales. Los textos de esta coalición de escritores son clásicos dentro de las fronteras nacionales, son canónicos, pues se leen en colegios secundarios y se editan permanentemente en la actualidad. Sin embargo, son poco conocidos fuera de la Argentina.
En cuanto a sus ideologías, eran liberales, de pensamientos progresistas y positivistas. En general, sentían pasión por la música, y eran asiduos del Club del Progreso y del teatro Colón. Por su parte, Cané era un lector incansable y acucioso, pero también reflejaba cierto escepticismo por la religión, ya que era ateo, y por la democracia.

La escritura de la coalición

El tono de la prosa de este grupo, tiene la característica de ser “ligera” y fragmentaria, inclinada a la confidencia anecdótica, al diálogo alegre y bromista, directa e indirectamente, con el lector. Produjeron una escritura “fragmentada y conversada, novelera y elegante, sustancialmente culta y refinada: ” , al mismo tiempo que sencilla. Para algunos críticos, la profusión de autobiografías del ochenta surgió como causa de la sensación de fracaso de dicha generación. Así, la búsqueda de evasión y el rescate del pasado donde se sintieron seguros fue el remedio para la melancolía .
Los rasgos de humorismo, el gusto por la evocación, e incluso la selección del género, suelen interpretarse como necesidad de refugio, evasión de la realidad, rescate del pasado. En esto coinciden Prieto y Zanetti, que un rasgo de los escritores de la generación del 80 (en Mansilla y Wilde, dejando a Cané exento) es la sensación de fracaso. Ambos rescatan a la figura de Cané evocando el amor de su padre y la nostalgia por la patria lejana. Recordemos que Juvenilia fue escrita por Cané durante su estadía en Venezuela como “representante diplomático argentino” y publicada dos años después cuando pasó como diplomático a Viena.
Entonces, la evocación del pasado de Cané no sería por el fracaso generacional o como refugio de dicha situación, sino para alejarse de la rutina y la tristeza que lo invadía en su soledad, al estar lejos de su patria. Él mismo reconoce al principio de la obra:
“Lo confieso y lo afirmo con verdad; nunca pensé al trazar esos recuerdos de la vida de colegio en otra cosa que en matar largas horas de tristeza y soledad, de las muchas que he pasado en el alejamiento de la patria, que es hoy la condición normal de mi existencia”
Podemos aducir que en esta confesión subyace un deseo del autor de situar públicamente una materia que podía haber sido silenciada.
Por otra parte, observamos que en los escritos de esta generación es natural la presencia de palabras francesas. En Juvenilia, Cané incorpora galicismos, y esto se debe a que es conocedor del idioma, por su participación política como diplomático, lo que le dio la posibilidad de conocer en Europa los clubes de Francia, museos y salas de música que él tanto soñaba, como así también por su asidua lectura de autores extranjeros, exclusivamente letras anglo-francesas (gusto compartido con sus colega), por ejemplo Dickens, Dumas, Balzac, entre otros. Acerca de los galicismos, Zanetti aporta:
“La prosa de Cané rebosa de palabras francesas, de palabras españolas con significado francés, de giros y de ritmos tomados de esta lengua.”
Entre muchas, podemos mencionar algunas palabras que menciona en la obra: boudoir, preposé, razzias, des açommodements, Vas-y-voir!, avangoût. En fin, Cané hace alarde de sus conocimientos y de sus lecturas a lo largo de sus recuerdos de la infancia.

Anecdótico y real

En cuanto al grado de realidad o de ficción de la obra de Cané, podemos decir que es realista, es decir, que representa los procesos sociales, históricos y su vida personal en forma verosímil. En Juvenilia se presentan nombres reales y fechas que coinciden con la historia personal del autor-narrador y protagonista, Miguel Cané. Asimismo, existe una correspondencia entre su vida y la historia nacional. En otras palabras, el tiempo de la historia nacional y el de la historia personal se fusionan en la obra, presentando una doble identidad, ya que el tiempo biográfico no puede dejar de incluirse en un tiempo mayor que lo abarca. La autobiografía no puede concebirse fuera de una época determinada. Por ello entonces, Juvenilia es una autobiografía real, presentada en forma de “recuerdos”. Así, Ludmer afirma que:
“Miguel Cané… es el escritor de la coalición cultural de 1880 que escribe la autobiografía real de su vida en el colegio (usa nombres reales), y cuenta la fábula de identidad porteña de la nación”
Esta diferenciación que realiza la autora es debido a que otros autores de la coalición escribieron sus autobiografías como ficción “en forma novelada” , tal es el caso de Lucio V. López en La gran Aldea.
A pesar de encontrar datos históricos en la obra, Cané los presenta en forma desordenada, punto que hay que destacar ya que es una característica del estilo que utiliza, presentar los recuerdos a medida que van apareciendo en su memoria, escribiendo con sencillez:
“Mientras procuraba alcanzar un estilo que me había propuesto, sonreía a veces al chocar con las enormes dificultades que se presentan al que quiere escribir con sencillez. Es que la sencillez es la vida y la verdad, y nada hay más difícil que penetrar en ese santuario.”
En cuanto a la enumeración de memorias que describe, observamos que utiliza palabras de añoranza y melancolía por aquel tiempo de juventud. Por ejemplo:
“Me invade en este momento el recuerdo fresco y vivo”
“Recuerdo un carnaval en que hicimos atrocidades…”
“Recuerdo las largas noches pasadas mirando tristemente las rejas de nuestras ventanas, que daban a la libertad…”
Asimismo, podemos ver huellas de la realidad que se muestran, por ejemplo, en los nombres de las calles porteñas que rodean al Colegio Nacional:
“La despensa y cocinas tenían una pequeña puerta a la calle Moreno que a veces quedaba abierta hasta tarde. El portón, una de esas portadas deformes de la colonia, daba a la calle Bolívar, donde se encuentra la entrada principal del Colegio”
En este ejemplo, también podemos observar otro rasgo que endulza y recrea la prosa de Cané: la broma, en la utilización de los adjetivos, en este caso “portadas deformes”. De la misma forma, establece la caracterización de sus personajes con el mismo sesgo bromista, constantes en esta obra. En palabras de Zanetti:
“Digresiones, alusiones, frase nerviosa y llana inclinada a la pincelada rápida o a la caracterización de un personaje sintetizada en dos o tres adjetivos y amenizada por la gracia constante, la broma, el ingenio, son sus características casi constantes.”
En este sentido, observemos otro ejemplo en la descripción que Cané-personaje relata del enfermero, en el capitulo XXII de la obra:
“El cuerpo… era enjuto; pero un vientre enorme despertaba compasión hacia las débiles piernas por las que se hacía conducir sin piedad. El equilibrio se conservaba gracias a la previsión materna que le había dotado de dos andenes de ferrocarril, a guisa de pies, cuyo envoltorio, a no dudarlo, consumía un cuero de baqueta entero”
Luego de sonreír con las descripciones humoristas, pasemos a un panorama sobre la problemática de las autobiografías, y con ella seguir a Cané.

Autobiografías patricias

Para introducirnos de lleno a los aspectos autobiográficos, tomaremos como punto de partida un estudio que Adolfo Prieto desarrolló acerca de este tema . Este autor, estudió la literatura autobiográfica argentina para deducir de ella la índole de cada actitud reflexiva; propuso pensar con qué fines el hombre argentino reflexiona sobre sí mismo, trayendo al presente los recuerdos de su vida. Atiende principalmente a los escritores anteriores al año 1900, para servir a las autobiografías puestas de moda después de 1880, en la cual se encuentra el autor de Juvenilia, al que nos abocamos en este trabajo.
Esta generación posee, según Prieto, una actitud que se orienta a la justificación de sí mismo ante la opinión pública, que es al mismo tiempo, la opinión política. Así, aporta que:
“la historia de la literatura autobiográfica condensa, en un plano insospechado, la historia de la Elite del poder en la Argentina”
Conclusión a la que llega tras consultar material autobiográfico que está relacionado con personas que ocuparon grupos dirigentes, por antecedentes familiares o por situaciones extraordinarias, como bien dijimos al principio, la generación de escritores del 80 ocupaba cargos estatales.
Podemos advertir una actitud literaria, dice Prieto, que subordina el registro del material autobiográfico a las exigencias del género . Cané, mucho suprimió y poco agregó de todos los recuerdos que tuvo sobre su infancia, hizo un recorte y los publicó, y en ese proceso hubo un criterio (subjetivo) por el que se rigió para publicar lo que publicó y suprimir lo que suprimió. Es en ese aspecto donde se ponen en juego las intenciones del autor, que es en última instancia el que decide qué puntos de su infancia son los que quiere compartir, hacer público, qué recuerdos omite o suprime para que se guarden sólo en su evocación.
Además, este relato de experiencias vividas por el autor, se encuentran en su memoria, es decir, fuera de contexto, en virtud de un efecto literario. Es necesario que el autor luche consigo mismo, con sus emociones, para ver una imagen total de su personaje, en este caso, él mismo. Así, sus propias ideas son descubiertas, expuestas al público lector, ya que es el autor quien da tono a todo el detalle del personaje, a sus rasgos, sus pensamientos, sentimientos, actos y sucesos de su vida. En este sentido, vale agregar el aporte de Bajtin acerca de la actitud del autor hacia el héroe. Este teórico aduce que:
“En la base de la reacción del autor a las manifestaciones aisladas de su personaje está una reacción única con la totalidad del personaje, y todas las manifestaciones separadas tienen tanta importancia para la caracterización del todo como su conjunto”
Esto es una reacción estética, específicamente estética, frente a la totalidad del hombre protagonista. Así, en Juvenilia, Cané no es ingenuo al exponer los acontecimientos de su vida en relación con su entrada al colegio, y tampoco lo es al remarcar la muerte de su padre. Se esconde un fin detrás de sus recuerdos, un criterio de selección de la información expuesta, toma su privacidad y la hace pública.
En este sentido, respondiendo a las preguntas que el público lector pudo haberse hecho, Cané se anticipó y explicó con tono bromista por qué publicó sus recuerdos: “los publico porque los he escrito”.
En una mirada más actual, Amícola cita a Silvia Molloy para acentuar el aspecto narrativo de la autobiografía:
“La autobiografía es siempre una re-presentación, esto es, un volver a contar, ya que la vida a la que supuestamente se refiere es, de por sí, una suerte de construcción narrativa”
Es decir, que la reacción estética del autor en la construcción narrativa de su propia adolescencia se enmarca en la figura que él tiene de sí mismo, salvo los casos de la primera infancia donde los recuerdos nos llegan a través de los seres que nos rodearon en ese entonces.
En este sentido, encontramos en las anécdotas del autor la relación entre él y su contexto inmediato, su cultura, su nacionalidad. Ya que el relato autobiográfico no puede desprenderse de una época histórica, hablará también de ella. Es allí donde encontramos información de nuestro pasado empírico, de lugares contemporáneos del sujeto que enuncia: el famoso Colegio Nacional, caro a sus sentimientos, algunos barrios porteños como Chacarita, Belgrano, y también la Universidad de Buenos Aires, institución de la que fue decano. Asimismo, se muestran las diferencias entre porteños y provincianos que se mencionan en el texto, diferencias surgidas como producto de la inmigración. Entonces, observamos que la identidad personal del autor-personaje configura a la vez una identidad nacional con todos sus conflictos, valores y transformaciones.

A modo de cierre

La generación del 80 se caracterizó por el gusto europeizante, y así como sus ideas se volcaron a la vida política nacional, el influjo de dicho gusto se plasmó en sus letras.
En el caso de Juvenilia, se observó dicho aspecto, así como también información de la época en la que le tocó vivir, intentando dar una imagen de ella y de su generación. Asimismo, se observaron rasgos compartidos entre los integrantes de la coalición, esto es: lectores de literatura anglo-francesa, uso de galicismos en la escritura, prosa ligera y fragmentada (culta, refinada, elegante, dialogada, aristocrática), ocupación de cargos políticos, asistencia frecuente a lugares nocturnos como el Club del Progreso y el Teatro Colón, así como el privilegio de ser recibidos universitarios, profesionales.
En cuanto a Miguel Cané y su estilo, presentó sus recuerdos de adolescente en el Colegio Nacional en una obra con escritura sencilla, con referencias a la realidad contextual de su época motivado por “matar largas horas de tristeza y soledad”, evocando el lugar ausente, ya que al momento de escribir la obra se encuentra ejerciendo un cargo público en el exterior. Sin embargo, su obra no escapa a los ojos de la crítica autobiográfica, por lo que es comparado con sus contemporáneos y exento de los motivos que llevaron a Mansilla y Wilde a escribir sus autobiografías.
La autobiografía no puede desprenderse de su contexto, de su época histórica. Sin embrago, la selección de la información que se hace pública en ella, pasa subrepticiamente por la memoria o el olvido de su autor, que es al mismo tiempo el personaje principal. Así, no basta la relación ingenua entre la vida empírica del autor en correlato con lo dicho en la obra, sino cómo esa figura se expone públicamente, si con fines de justificación, necesidad de refugio, evasión de la realidad o como rescate del pasado en el marco de esta generación de escritores. Cané rechazó de ante mano las posibles preguntas utilizando su ingenio creativo, logrando un efecto de veridicción en su relato y dejando en claro al lector que él escribe para hacer huir la nostalgia y que publica sus recuerdos porque ya no están, reconstruyendo parte de su vida juvenil, para revivir ese pasado en el presente y en el de cada joven.


BIBLIOGRAFÍA
- AMÍCOLA, J. (2007): Autobiografía como autofiguración. Estrategias discursivas del yo y cuestiones de género. Rosario. Beatriz Viterbo.
- BAJTIN, M. (2005): “Autor y personaje en la actividad estética” en Estética de la creación verbal Buenos Aires. Siglo XXI Editores.
- CANÉ, M. (1993): Juvenilia y otras páginas argentinas. Bs. As., Espasa Calpe.
- LUDMER, J. (1999): El cuerpo del delito. Un manual. Buenos Aires. Perfil Libros S.A.
- PRIETO, A. (1982): La literatura autobiográfica argentina. Bs. As. CEAL.
- ZANETTI, S.: “La ‘prosa ligera’ y la ironía: Cané y Wilde” en AAVV: Historia de la literatura Argentina. Bs. As. CEAL

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