Hay varias ramas para recorrer en este gran árbol que fue creciendo desde hace más de diez años. El pobre ser fue invadido por algunas pestes durante su crecimiento, y varias ramas fueron podadas y otras cayeron solas, para que el árbol siga creciendo con fuerza.
Ahora está enfermo de nuevo, sus hojas siguen cayendo como lágrimas que manifiestan su dolor. Pero las raíces siguen ahí, fuertes, subrepticiamente vivas por debajo de lo que se ve a simple vista.
No pretendo poetizar hoy, pero esta metáfora representa nuestra amistad como una unidad, como algo vivo que hay que cuidar, podar y regar para verla florecer, y para que se vuelva un árbol fuerte, pero flexible, que no sea tumbado por cualquier tormenta. Un árbol de esas maderas que perduran por más de cien años, firmes y resistentes. Así me la imagino, así considero que son las relaciones cuando queremos que perduren y no mueran en la sequía de la rutina.
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