martes, 29 de diciembre de 2009

"El libro del Buen Amor" de El Arcipreste de Hita

En la primera mitad del siglo XIV, se conoce la voz de un poeta solitario, llamado Arcipreste de Hita. Este poeta reúne dos épocas literarias, recogiendo valiosos elementos de ellas, en especial de la literatura que lo antecede: los poemas "aljamiados", el poema de "yusuf", las coplas de "yocef".
De la cultura arábiga, comentada por Alfonso el sabio, el arcipreste tomó la literatura de apólogos y sentencias, la intención moralizadora y satírica; de la corriente galaico-portuguesa adaptó su lírica con ritmos castellanos, y del mester de clerecía recoge los alejandrinos.
El arcipreste de Hita, toma estos antecedentes para renovarlos, vivificarlos y enriquecerlos en el fondo y en la forma.
Existe muy poca biografía sobre la vida de Juan Ruiz, más conocido como el Arcipreste de Hita; no existen documentos escritos sino sólo informes sobre su persona, datos que él mismo escribe en sus obras, más interesantes que un registro o acta notarial. Al parecer nació en Alcalá de Henares:
"Hija, muchos saludos de uno que es de Alcalá" (e. 1510)
En cuanto a la fecha de su nacimiento, se supone que fue en el último cuarto de siglo XIII; en la "cántiga de los clérigos de Talavera" alude a su vejez:
"¡ay, viejo desgraciado!, ¿en qué envejecí?" (e. 1694)
Se cree que fue coetáneo de don Juan Manuel, porque menciona en su obra, su nombre y su cargo:

"Y cómo la Virgen Santa María es comienzo
y raíz de todo bien, yo, Juan Ruiz,
Arcipreste de Hita, hice ante todo
un cantar de sus siete gozos que dice así:" (e. 19)

"Yo, Juan Ruiz, el sobre dicho Arcipreste de Hita" (575, pág. 82)

Probablemente estudió en Toledo, pues dependía de su arzobispado; allí se pondría en contacto con las literaturas oriental y arábiga. Más tarde, sufrió larga prisión, por orden del arzobispo don Gil de Albornoz, y es en la cárcel donde termina su libro, hacia 1343. En el libro, el arcipreste insinúa que al igual que el destierro de Rodrigo, el mío Cid, el hecho se produce por calumnias: "faz que todo se torne sobre los mezcladores”.
En cuanto a su muerte, un documento publicado por Antonio Sánchez revela que para 1351, el arcipreste de Hita se llamaba Pedro Fernández, lo que hace suponer que Juan Ruiz había muerto. Otro documento afirma que su muerte se produce en 1348.

La obra del arcipreste de Hita, a pesar de ser trabajo de un clérigo, contiene recursos y formas poéticas, y en algunos casos sus mismos temas de mester de juglaría.
En la disputa por el público entre juglaría y clerecía, el arcipreste de Hita, hombre inmerso y conocedor de su época, incluye en su obra, elementos de la juglaría, por ejemplo en el cierre del libro del buen amor dice:

"Señores, os he servido con poca sabiduría;
para divertiros a todos os hablé en juglaría..." (1633, pág. 204)

Según Menéndez Pidal, esta frase no tiene un valor figurado, sino muy real. En el libro del buen amor, hay juglaría en el metro irregular, en los temas poéticos, en las serranillas; en las oraciones y loores, gozos de santa María; hay juglaría en las trovas cazurras, en los ejemplos, cuentos y fábulas, en las parodias de gestas caballerescas, cuando luchan doña Cuaresma y don Carnal.
La juglaría está presente en la mezcla de lo cómico y lo serio, de la bufonada y la delicadeza, etc.
El arcipreste de Hita, tuvo la osadía, con su genio poético, de incluir las producciones juglarescas de calles y plazas en su obra de clerecía.
Por otra parte, existe un llamado de atención, acerca de la interpretación de los mensajes (de las palabras, del contenido) y de los sentidos que se otorgan a éstos en la obra. La intencionalidad de ella se manifiesta en la voz del narrador:

"Entiende bien mis palabras y piensa su contenido,
no procurar lo que al sabio de Grecia
con el bellaco de Roma y su poca sabiduría,
cuando Roma pidió a Grecia la ciencia." (e. 46)

Esta voz, problemáticamente autobiográfica, ejemplifica una situación de mal interpretación y solicita al lector que no malinterprete la intención de la obra, sino que, por el contrario, de manera sutil, medite en las razones encubiertas, ideas, del libro del buen amor. Propone, a su vez, que el lector se detenga para meditar y encontrar en el libro señales y lecciones, avisos, ejemplos. Por eso, apela al buen entendimiento por parte de todos los lectores: "cuerdos", "mancebos", "de buen ventura". Ejemplifica a través del bellaco de Roma a los malos entendedores, y aquí mismo ya nos está dando esas señales y lecciones mencionadas:
" < no hay mala palabra, si no es por mal tomada>;
verás que está bien dicha si está bien entendida:
entiende bien mi libro y obtendrás una dueña atractiva
(...) son las de Buen Amor, razones encubiertas y,
medita donde hallares señal y lección ciertas
(...) De todos los instrumentos yo, libro, soy pariente;
bien o mal, como lo toquéis, yo diré ciertamente;
en lo que te interese, con sosiego detente;
si me sabes pulsar, siempre me tendrás en la mente."  (64, 68, 70; págs. 24 y 25)

En esta selección del pasaje de la "disputa entre los griegos y los romanos" podemos observar la presencia de tres verbos conjugados en el modo imperativo: entiende, medita y detente. No parece casual que las palabras detenerse y meditar colaboren con la intencionalidad de la obra y de este pasaje en especial, es decir, que se insiste en el buen entendimiento de sus palabras.

Aún podemos agudizar este análisis observando un paralelismo en las citas:

"entiende bien mis palabras y piensa su contenido..." (46, pág. 22)
"entiende bien mi libro y obtendrás una dueña atractiva" (64, pág. 24)

Ambos versos comienzan con el imperativo del verbo entender, y el segundo verso citado incluye una promesa o recompensa para el hombre que logre entender la intencionalidad de la obra: una mujer, señora, dama atractiva. A su vez, el libro pareciera personificarse en la voz del narrador, cuando dice:

"de todos los instrumentos yo, libro, soy pariente
(...) si me sabes pulsar, siempre me tendrás en la mente" (70, pág. 25)

Aquí, podemos observar una de las intenciones de la obra que, para Cejador, es avisar los hombres, principalmente cristianos y eclesiásticos, que se alejen del amor mundano y lo que éste conlleva. La otra intención, según el autor mencionado, es realizar una sátira de los clérigos y de la vida airada (Diez-Echarri, Roca-Franquesa, 1982, 89)

Por su parte, en el pasaje "de la pelea que tuvo don carnal y doña Cuaresma" podemos observar aspectos, situaciones, elementos que denotan características de la carnavalización.
Don carnal está armado para la pelea con un ejército que se compone de todo tipo de mamíferos y aves, animales de carne roja: gallinas, conejos, vaca, lechones, cabritos, faisanes, pavos reales, etc.
Don carnal representa a los placeres del cuerpo, en este caso relacionados con la comida, ya que en el pasaje, cuando se describe la situación previa de la pelea con doña Cuaresma, don carnal, junto a todo su ejército, comió sobradamente y bebió mucho vino. A su vez, podemos observar la intención satírica del autor, ya que en vez de velar, preparar armas, animar a la gente, el jefe del ejército se sentó a comer lujosamente, y, al llegar a la hora de la pelea, estaba todo “amodorrado”, adormecido. Por el contrario, doña Cuaresma se armó de un ejército conformado por animales de carne blanca, animales de mar: sardinas, moluscos, anguilas, truchas, camarones, langostas, pulpos, etc.
Además, al finalizar la pelea, doña Cuaresma sintió pena por don carnal, y en vez de matarlo, “mandó que al don carnal lo guardase el ayuno”
En cuanto a lo bajo del cuerpo, encontramos principalmente la situación de la cena de don carnal, donde se describe la abundancia de comida:

"Estaba don carnal lujosamente sentado
a una mesa muy repleta, en un rico comedor,
estaba bien abastecido de esos variados manjares;
delante de sí juglares, como hombre muy destacado;"

El énfasis en el pasaje está puesto en esta parte del cuerpo por el cual el hombre satisface una de sus necesidades naturales: la comida y la bebida, ingresan por la boca.

A su vez, podemos observar una degradación de algo sublime como lo es el tiempo de Cuaresma para la iglesia. Este tiempo espiritual, se presenta personificado y satirizado en este pasaje de la obra del libro del buen amor.





Bibliografía:

- BAJTIN, M.: “Introducción” en CULTURA POPULAR EN LA EDAD MEDIA Y EL RENACIMIENTO. Madrid. Alianza. 1987. Pág 7 a 77.
- CASTELLI, E.: “El fabulista. El poema burlesco. El Arcipreste y la mujer. Juan Ruiz, Ovidio y el Pamphilus. El clérigo juglar.” En EL LIBRO DEL BUEN AMOR. Santa Fe. Edic. Colmegna. 1969. Págs 18 a 49.
- DIEZ ECHARRI-ROCA FRANQUESA. “El mester de clerecía en el Siglo XIV.” En HISTORIA DE LA LITERATURA ESPAÑOLA E HISPANOAMERICANA. Tomo I. Aguilar. 1982. Págs 86 a 92.
- SPITZER, LEO.: “Yo, Juan Ruiz personalidad e impersonalidad en el arte del Arcipreste de Hita”; DE FERRARESI, ALICIA. “La ambigüedad en el Buen Amor”. En RICO-DEYERMOND. HISTORIA Y CRITICA DE LA LIT. ESPAÑOLA. Tomo I. Edit. Crítica. Págs 230 a 246.

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